En estos
días retomé Rayuela desde el principio, después de comprender una serie de
cuestiones, no sobre la novela en sí misma, sino sobre conceptos que la
engloban. Por lo que debo decir que me retracto acerca de lo dicho acá hace un
tiempo. Naturalmente uno crece, aprende y modifica sus perspectivas.
Rayuela no
precisa un ser ampliamente culto, precisa un ser ampliamente abierto. Un lector
dispuesto a dejarse llevar y olvidarse de los convencionalismos y lo
preestablecido.
Y así,
Rayuela es un gran SI.
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