viernes, 12 de febrero de 2016

Mi Rosario querido

Meter los ruidos de la ciudad en un frasco. Sellarlo al vacío.
Guardar el calor de la ciudad en el bolsillo de la campera de la abuela. Que se lo devoren las polillas.
Invitar al humo de la ciudad a merendar. Darle un té de boldo.
Llevar al psiquiatra los automóviles de la ciudad. Que les receten psicotrópicos.
Conquistar a los intensos peatones de la ciudad. Citarlos a una cena a la luz de las velas en el cerro Uritorco. Dejarlos plantados.  
Embalar los mosquitos de la ciudad. Mudarlos al inframundo.
Anotar a los murciélagos de la ciudad en un curso de superhéroes. Que se conviertan en Batman.
Al fin, mirar por la ventana la ciudad apaciguada, tomar el mate y suspirar, de falso alivio. 

9 comentarios:

  1. Si quieres te acompaño y nos ponemos a ordenar la ciudad. Abrazos

    ResponderEliminar
  2. a veces necesitamos que los deseos se puedan hacer realidad.
    Besos

    ResponderEliminar
  3. Hola recién veo tu blog, es muy bello lo que escribes, me gustó .

    http://buscandotelibro.blogspot.com.ar/

    http://pensamientosenelahora.blogspot.com.ar/

    Gracias por tu tiempo, y sigamos compartiendo lo que amamos !

    Kosmisch

    ResponderEliminar
  4. Sería otra ciudad, otra cosa, incluso añorarías los murciélagos, que sin poder comer mosquitos se irían sin ser héroes de nada.
    Saludos :)

    ResponderEliminar
  5. Justito justito estaba escribiendo y pensando en Rosario.
    Qué alegría visitar lugares compartidos (aunque a veces nos den ganas de salir volando a los cerros cordobeses)

    Un beso!!

    ResponderEliminar
  6. Hola Julia,

    acabo de descubrir tu blog y nunca he estado en Rosario (algún día visitaré Argentina), pero por ahora imagino que debe de ser entrañable si escribes así sobre ella, como todas las ciudades natales. Yo soy del Mediterráneo y a veces también embotellaría el ruido, limpiaría las calles y enjaularía a todas las malditas palomas, pero casualmente, cuando regreso de algún viaje, esas son las cosas que me hacen sentir en casa. Es inevitable.

    Me ha encantado leerte.

    Andi

    ResponderEliminar