jueves, 26 de noviembre de 2015

El desalojo

Desenamorarse es como un desalojo progresivo. Los  espacios inmortales, los objetos indestructibles, entran en la rueda temporal y se vuelven frágiles y vulnerables; el precio de volver paulatinamente a la realidad. 
En un comienzo no te das cuenta, hasta el canto de los pájaros o el silbido de la pava lo dicen en idioma universal,  pero estás ensordecida por la costumbre, y  aún si oyeras, mejor negar.
Contemplaste la posibilidad de la ausencia con tanto temor, que el mismísimo miedo te dibujo un paisaje unilateral, que vencido ya, declina sigiloso hacia la transparencia.
El desamor va desgarrando el cielorraso, y aunque el polvito flota en el espacio, todavía de ese aire contaminado se puede respirar.
Te vas vaciando, te van faltando adornos, pero ningún porta sahumerios es elemental, te llevan los asientos, y recurrís al piso, desaparece el colchón e improvisas con varias frazadas, te vacían las alacenas y parece no importar. Las incomodidades a las que nos amoldamos con tal de evitar la soledad.
Hasta que un día te faltan las cortinas, y entra una lucecita atardecida suficiente para delatarte. Lo que soslayabas se te pianta como un muro inevitable.
Por la claridad podés ver esas manchas de humedad que creías inexistentes a causa del olvido, las paredes descascaradas, las telas de arañas, los rayones en el piso.
Tu casa se asemeja a algúna otra que sabías reconocer tiempo atrás. Ya no es la de antes, porque ahora es la que había sido antes de ese antes. Tu hogar hoy te parece una casa con unas puertas de madera vetada, unas ventanas cuadradas, una mesada de mármol aburrida, una cama desierta, una mesita ratona obsoleta, un perchero con carteras que jamás usas y un espejo que ahora detestas.
Anochece y te desorientas. No hallas nada en este espacio que no te sepa impersonal, sin embargo te sostiene el recuerdo fugaz de cuando hace un tiempo te reíste de cara en aquel rincón y no había nadie, o bailabas sin testigos, por hacerte feliz no más. Que difícil dar nuevamente con uno, cuando antes todo era mitad y mitad. Es volver a entrar en confianza con nuestra unidad esencial.
El espacio despojado ahora te invade, te suplica que lo habites, lo actualices, y querés. Querés porque nadie va a querer por vos. Querés porque es enteramente tuyo.
Y amanece. 

5 comentarios:

  1. No se podría explicar mejor, el desamor deja un vacío difícil de llenar. Abrazos

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  2. El desamor deja un sabor amargo y un abismo en el alma que no siempre se lograr rellenar. Bellas palabras.
    besos

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  3. Me ha encantado, sencillamente EN-CAN-TA-DO.
    ¡Qué forma más bella de narrar algo tan terrible!
    Mi aplauso y un beso grande.
    ;)

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  4. Una desoladora descripción. Y bien lograda.
    Saludos.

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  5. Me gustaría leer tu blog más despacio.
    Besos.

    Has tocado mi fibra sensible.

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