Un oasis intrínseco
irradia por el aflujo
los colores del disfraz
con el que cubrimos la herida.
Mas la mediocre vestidura
deja vislumbrar indicios
de la versión secreta,
aquella que la apatía aprisiona,
comprimiendo hasta la explosión
que estría en nuestra epidermis
la exhumación tardía
de sueños que no se materializan,
de palabras que no se emiten,
de silencios que no se perciben,
y alienados en un carnaval de
autómatas
desfilamos en la marcha de los
obstruidos.
Nos tocamos sin sentir,
nos hablamos sin decir,
nos
miramos sin entrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario