La
tristeza adoptó una matriz que fue sellando en el tiempo figuras de trazos
desprolijos e irregulares que mi mente concibió como angustia.
¿Pero qué
hay del mundo sin sus ángulos amargos?
¿Y qué
hay de nosotros si estamos empeñados en que todo a nuestro paso quede lindo y
colorido?
Se acepta
y se convive. Con lo que a uno lo desarma, también se arma y se construye.
Porque todo se va filtrando por el caudal de los días, y las piezas que no encajan
son pulidas por el ingenio.
No me
escondo. A veces reniego un poco de todo esto, pero al fin y al cabo me aferro.